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Padre Oswaldo García Sánchez, a.a.

Mi nombre es Oswaldo García Sánchez, nací en una familia pobre, trabajadora, humilde y católica. Fui el sexto de siete hermanos, dos mujeres y cinco hombres. Ambos padres trabajaron para darnos estudios académicos a todos los hermanos, solo uno estudió hasta la secundaria, todos los demás terminamos estudios de licenciatura en la universidad o en la normal.

 

Aunque se me educó en la fe católica, me alejé de ella en la adolescencia y volví a encontrarme con Nuestro Señor Jesucristo a la edad de 14 años, por lo que me uní a todos los grupos parroquiales que pude; desde el grupo juvenil, pasando por la renovación carismática, escuela de pastoral, legión de María, catequesis, liturgia, pláticas prebautismales, prematrimoniales. Fui predicador, catequista, sacristán, etcétera.

 

Mi vocación dependió mucho de la oración de mi madre; ella me pidió entrar al seminario antes de que fuera consciente de mi deseo de ser sacerdote. Reconocí mi llamado a la vida consagrada, cuando tenía 17 años. Un “Domingo Mundial de las Misiones” al escuchar el evangelio durante la misa.

 

Hice una experiencia de un mes de formación en el prenoviciado de los religiosos Mercedarios, que eran los sacerdotes que atendían a mi parroquia. No me gustó la vida en claustro, lejos de la gente; estaba acostumbrado al contacto con otros cristianos para compartir con ellos el evangelio; así que no aguanté el encierro y decidí salir de ahí para buscar otra comunidad religiosa más acorde a mi deseo de servir.

 

Encontré a los hermanos Asuncionistas en la comunidad de acogida de Casa Manuel en la Ciudad de México. Seguí un proceso de acompañamiento y discernimiento vocacional de un año, participé en las misiones de Semana Santa en el Sector Oriente de la Parroquia de San Andrés Totoltepec y ahí decidí quedarme con ellos.

 

He encontrado en los religiosos de la comunidad de Agustinos de la Asunción a mi nueva familia; ahora ellos son mis hermanos y estoy dispuesto a hacer todo lo posible para seguir trabajando por el anuncio, la instauración y la extensión del Reino de Jesucristo en nosotros y a nuestro alrededor, de manera especial con las Misiones.

 

Las misiones asuncionistas han sido para mí un lugar privilegiado en donde me he encontrado con Dios, con mis hermanos y conmigo mismo; para aprender a amarme, y a amar a Jesucristo y todo lo que Él amó; a su madre, María, y a su esposa, la Iglesia.

 

Es en las misiones donde me siento completamente en comunión con Dios, en el acompañamiento de los hermanos más necesitados de las distintas parroquias y comunidades que he visitado, todas ellas ubicadas en regiones pobres de nuestro país. Descubro que los pobres, las periferias existenciales, son los elegidos por Dios de manera preferencial para recibir el anuncio del evangelio.

 

El trabajo con la pastoral indígena que realizo con mis hermanos, en nuestra parroquia de Santiago Apóstol de Tlilapan, me ha permitido volver a considerar a los más pobres, a los excluidos y abandonados; en este caso, a los indígenas o miembros de los pueblos originarios, como los destinatarios más urgentes del anuncio del Reino de Dios.

Oswaldo García Sánchez, a.a.

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Padre José Miguel Díaz Ayllón, a.a.

Soy Miguel Díaz Ayllón, nací en la Ciudad de México el 25 de octubre de 1959. Vengo de una familia católica, soy el segundo de seis hermanos. Como niño, adolescente y joven radiqué y realicé mis estudios en esta ciudad. Ingresé a la universidad (UNAM) para estudiar medicina veterinaria y zootecnia. A los dos años y medio suspendí mis estudios por una duda vocacional; tuve el interés por estudiar la biblia y temas sobre mi fe, participé en un retiro con más jóvenes.

 

Me gustó por el ambiente e inicié mi primer apostolado como catequista, colaborando también en la Pastoral Juvenil. Este tiempo me ayudó para una experiencia laboral, llegado el momento para decidir ¿qué era aquello que quería? No tuve duda de que mi elección sería la vida religiosa, por la relación que mantuve en su momento con hermanos de otras congregaciones y al ver su testimonio de vida comunitaria.

 

Me decidí por la congregación de los Agustinos de la Asunción porque me gustó la regla de vida; porque en ella veía la libertad para cada hermano. Tuve un acompañamiento inicial para después empezar mis estudios en filosofía en la Universidad Intercontinental, (UIC). Mi trabajo en este tiempo de aspirantado fue el servicio en la sacristía. Una vez terminada la filosofía, realicé mi noviciado en Valparaíso, Chile, en el año de 1985.

 

Mi primera profesión fue en el año de 1987; regresé a México y comencé a estudiar francés para después iniciar mi formación en teología con los jesuitas. En este tiempo comenzaron los planes para fundar casa Emmanuel y fui parte de esta primera comunidad en 1988. Mi profesión perpetua la hice en el año de 1992. Fue también un tiempo para decidir si quería ser hermano religioso o sacerdote, ya que no me gustaba la figura del clero en México. Finalmente me decidí, y mi diaconado fue en San Andrés Totoltepec. Como diácono serví en el sector oriente de San Pedro Mártir, al sur de la ciudad.

 

Después, se fundó Casa Dufault y me pidieron ser formador y superior en esa comunidad. Me ordené sacerdote en el año 1995 y continué apoyando en la formación hasta el año 2006. En este tiempo también trabajé en el Instituto Intercongregacional de México (IFTIM), y en la coordinación del departamento de formación de la Conferencia de Religiosos de México (CIRM).

 

En el 2007 se decidió en un Capítulo Provincial, que México fuera una Región, y fui nombrado Superior Regional. Pasé a vivir en la comunidad de la Emperatriz, siendo el Párroco el P. Camilo Thibault. Él decidió regresar a su país y me nombraron párroco hasta el año 2011; en este año me eligieron Superior Provincial por dos periodos; fue en el segundo periodo, de 2014 al 2017, en el que residí en Boston.

 

En seguida, como Consejero General en Roma y me pidieron acompañar a la Asunción en África del Este, Madagascar y el vicariato de Asia y Oceanía conformado por Vietnam, Filipinas y Corea, así como asistir el trabajo de Justicia y Paz e integridad de la creación (JPIC). Fue uno de los trabajos que me gustó mucho. En este año de 2023 terminó mi mandato como consejero en Roma. Regresé a México y he sido nombrado, por el Superior Provincial, encargado de formación de la provincia. Desde octubre estoy asignado a la comunidad de la Emperatriz de América.

 

Mi experiencia en esta parroquia ha sido importante en mi vida, ya que aquí fueron los inicios de mi formación y de mi trabajo en la pastoral juvenil. Volver a la Emperatriz me hace sentir bien; una comunidad que conozco, pero aún con eso, necesito redescubrir lo nuevo en la parroquia; que es la misma, pero no es igual.

 

La Asunción para mi es mi familia, que está conformada por hermanos, hermanas, laicos y laicas, es también un desafío que pide perfeccionarse por el reino, no con un espíritu conformista, sino un desafío, porque el reino está amenazado de muchas maneras; y considero que en México ser cristiano es ya un reto, por la violencia, la corrupción, la desigualdad social, el individualismo y por tantas cosas que son contrarias a la fe. Esto me lleva a pensar en cómo seguir colaborando y dando respuestas a estas realidades.

Miguel Díaz Ayllon, a.a.

Hno José Alberto Mejía Peña, a.a.

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Soy José Alberto Mejía Peña, nací un 20 de septiembre, tengo 23 años y soy originario de Calmeca, una comunidad al sur de Puebla. Mis padres son Roberto Mejía y Silvia Peña. Soy el tercero de cuatro hermanos; crecí en un ambiente cristiano. A mi abuelo le gustaba tocar el órgano y cantar en las misas, por eso, desde muy pequeño acudía a las misas dominicales con mi familia.

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Todos los viernes asistía a clases al colegio bíblico. Ya en mi adolescencia, fui parte del grupo Jufra (Juventud Franciscana); así iba surgiendo la inquietud de conocer otros grupos, por lo que me integré al de liturgia. En el 2016 colaboré en el Consejo Pastoral; me gustaba mucho participar en las actividades que se realizaban porque eran momentos para compartir la vida y la fe con más jóvenes.

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Fue en ese tiempo cuando conocí a las Religiosas de la Asunción. Llegaron a mi parroquia para apoyar en la misión y en los trabajos pastorales, especialmente en la pastoral juvenil, además del acompañamiento kerigmático, que es el anuncio de la buena noticia. Algunos jóvenes y yo decidimos recibir una orientación vocacional; esto me ayudó para preguntarme y pensar qué es lo que quería una vez terminada la preparatoria.

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Yo tenía en mente continuar con mis estudios, pero también había surgido en mi la inquietud por la vida religiosa; en el 2018, por medio de las hermanas, conocí al P. Louis y al P. Jesús, quienes me invitaron a hacer una experiencia de misión para conocer más a los Agustinos de la Asunción. Mi primera misión fue en Veracruz; ahí descubrí en ellos algo que ya había observado en las hermanas: la cercanía, la sencillez y la creatividad para compartir y estar con la gente.

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En abril de ese mismo año, decidí iniciar mi aspirantado en la comunidad de la Emperatriz de América; ahí mismo hice mi postulantado y en el 2020 realicé el noviciado en la comunidad de Espirito Santo do Pinhal, Brasil. El 15 de enero de 2021 hice mis primeros votos y me reincorporé a la comunidad de la Emperatriz para continuar con mis estudios de filosofía en la Universidad Intercontinental.

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Actualmente estoy iniciando mi primer año de teología en el Instituto de Formación Teológica Intercongregacional de México. Mi apostolado en la parroquia ha sido el acompañamiento a algunos grupos juveniles y al grupo de liturgia. Ser asuncionista es creer que Dios actúa en mi vida y que, al hacer esta experiencia con Él, estoy llamado a compartirla con los otros; vivir el carisma de la Asunción implica la vida en comunidad. Esta vivencia me ha ayudado a valorar lo que cada hermano puede aportar; es ahí en donde la diversidad se convierte en riqueza.

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El autoconocimiento también ha sido parte fundamental en este proceso; me ha llevado a poner al servicio mis cualidades y trabajar y convertir los defectos; una tarea del día a día. Considero que hay decisiones importantes en la vida, y es eso lo que construye nuestra historia. Somos felices y seguimos aspirando a la felicidad cuando buscamos dar sentido a nuestra existencia, a través de lo que somos y hacemos.

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Hno José Alberto Mejía Peña, a.a.

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Hno Rafael Huerta Ramos, a.a.

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Mi nombre es Rafael Huerta Ramos, soy el hijo mayor de cuatro. Soy originario de Zapoapan, un pueblo perteneciente al municipio de Ixtaczoquitlan estado de Veracruz. Mi parroquia de origen es la de San Cristóbal, Naranjal.

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En el año 2014 inicié mi proceso de discernimiento para la vida consagrada con los Religiosos Agustinos de la Asunción. Un año después ingresé a la casa de formación Casa Manuel que en aquel entonces estaba en los Ejidos de San Pedro Martir, Tlalpan.

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Posteriormente, viví un año en la parroquia Emperatriz de América antes de viajar a Filipinas en el 2017. Estuve en las Islas Filipinas dos años para continuar con mi formación de postulantado y después noviciado. El 24 de junio del 2019 hice mis primeros votos religiosos en Manila Filipinas. Después regresé a mi querido México.

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Del 2019 al 2022 estudié filosofía en la Universidad Intercontinental y en este último año he cursado los primeros dos semestres de teología en el Instituto de Formación Teológica Intercongregacional de México.

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El próximo 28 de agosto tendré la dicha de renovar los votos religiosos por cuarta ocasión. Ya han pasado ocho años desde que inicié este recorrido en la vida religiosa y me siento feliz de haber tomado la decisión de consagrar mi vida a Dios y al servicio de mis hermanos.

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Cuando inició mi inquietud por la vida consagrada supe que debía ser en una congregación religiosa donde pudiera convivir con más hermanos para toda la vida. Otra cosa que me motiva en la Asunción es el Advenimiento del Reino de Dios en mí y al rededor mío, pues esto me lleva a buscar la comunión con Dios y acrecentar la íntima comunicación con él para poder compartir la vida y las experiencias con todos.

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Actualmente soy parte de la comunidad de Casa Laroque en la parroquia de San Andrés Totoltepec. Vivo en la casa de formación inicial, Casa Dufault, apoyando en la economía y estudiando teología. Parte de mi apostolado es en las capillas de la parroquia y apoyando en la pastoral vocacional y a los jóvenes que inician su proceso de formación con nosotros.

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Mi camino en la Asunción es muy corto, como diría mi maestro de novicios cuando hicimos la primera profesión: – "este es solo el comienzo". Y efectivamente, es solo el comienzo de toda una vida dedicada a el encuentro con Dios y con ustedes, mis hermanos y hermanas, todo por el Advenimiento del Reino de Dios.

Hno Rafael Huerta Ramos, a.a.

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Padre Rodel Cervantes Sapalo, a.a.

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Rodel Cervantes Sapalo; nací y crecí en la parroquia de San Joaquín, Iloilo, en una isla que se llama Panay en Filipinas. Soy el quinto de los 6 hermanos y tengo 11 sobrinos y sobrinas. Nací el 23 de marzo de 1975. Mi padre Adolfo Montelora Cervantes trabajó en San Joaquín como policía hasta que se jubiló y murió a la edad de 60 años en 2002.

 

Mi madre Gloria Molea Sapalo era la más grande de 4 hermanos y 3 hermanas y fue maestra de primaria; luego trabajó como empleada doméstica en Hong Kong durante 22 años hasta que se jubiló y participó en política como concejal municipal en San Joaquín. Murió en 2014. Fui a una escuela pública en primaria y secundaria en San Joaquín, luego con los Agustinos en la Universidad en la ciudad de Iloilo.

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Llegué a México el 16 de enero de 2017 a la comunidad de Casa Manuel en los ejidos de San Pedro hasta que fui enviado a estar con la comunidad fundadora de la Parroquia de Santiago Apóstol en Tlilapan, Veracruz. Allí fui ordenado sacerdote el 15 de agosto de 2019, el día la Solemnidad de la Asunción de María y serví en esa parroquia de misión para los indígenas durante 5 años. Este mes de marzo de 2023 llegué a la comunidad de la Parroquia de San Andrés Totoltepec en la Ciudad de México para mi nueva misión y para servir como nuevo superior de mis hermanos de esa comunidad.

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Mi vocación de servir a Dios y a la iglesia empezó en casa. La familia vivía a 300 metros de la parroquia y todos íbamos a misa los domingos. Mi vocación al sacerdocio comenzó cuando estaba sirviendo como monaguillo en mi parroquia cuando tenía solo 10 años, y me inspiró el párroco y el diácono que nos estaban preparando para servir en el altar. Luego, a los 13 años, me integré al coro de nuestra parroquia y todavía canto con el coro cada vez que voy de visita a casa durante mis vacaciones.

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Mi vocación al sacerdocio se inclinó para ser misionero en una congregación religiosa; así conocí a los Asuncionistas y me decidí por la congregación después de leer el material que me enviaron sobre el P. d'Alzon y las obras misioneras en todo el mundo, especialmente en los medios de comunicación y sobre todo, en la educación en todas sus formas. Por eso me sentí atraído por los Asuncionistas.

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Desde el principio, supe que la congregación era la adecuada para mí porque el carisma es integral. Experimenté grandes logros en mis apostolados como animador y educador de niños y jóvenes. Asimismo, me encantaron las obras parroquiales y la liturgia, también trabajé en el hospital visitando a los enfermos y me gustó visitar a los enfermos y rezar con ellos y por ellos.

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Ser asuncionista es algo de lo que puedo estar orgulloso porque nuestra vida y carisma están centrados en Cristo, y una de las formas más interesantes de nuestra vida es la internacionalidad y que vivimos en comunidad fraterna. Me gustó la Asunción después de mi experiencia de voluntariado con las AMA (Asociadas Misioneras de la Asunción).

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Me di cuenta de lo grande que es la familia de la Asunción, de la internacionalidad y del carisma de educar a todos y por todos los medios en el anuncio del Reino de Dios. La responsabilidad de difundir el Reino de Dios es tan enorme que creo mucho que puedo hacerlo bien con la familia de la Asunción.

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Después de un año en AMA, entré en la comunidad de los Asuncionistas en Filipinas. Mi formación inicial comenzó como candidato, postulante y noviciado año tras año. Profesé mis primeros votos religiosos en la Asunción el 24 de abril de 2010, en la fiesta de la Conversión de San Agustín. Después de terminar mis estudios de Teología y Maestría en Teología Pastoral en la Escuela de Teología de Loyola de la Universidad Ateneo de Manila en Filipinas, fui enviado a una misión aquí en México.

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Terminé mi licenciatura en Ciencias en Contabilidad en la Universidad de San Agustín de la Ciudad de Iloilo (Filipinas). Así, pues, después de mi primera profesión, los Asuncionistas me pidieron que fuera ecónomo del territorio en Filipinas. Había sido ecónomo y al mismo tiempo vendedor de libros y revistas de BAYARD, Filipinas.

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También fui ecónomo del Colegio de Idiomas de la Asunción y de la Fundación Kaloob. Sin embargo, mi amor inicial por el sacerdocio y la misión se está cumpliendo ahora a través de la Asunción. Ahora sirvo a la Iglesia en México como sacerdote, pero sobre todo como religioso, compartiendo con el pueblo de México el carisma y la espiritualidad de la Asunción. Doy clases de inglés a los jóvenes aspirantes o que están en su formación inicial en México.

P. Rodel Cervantes Sapalo, a.a.

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Padre Peter Ong'era Omwoyo, a.a.

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Me llamo Peter Ong’era Omwoyo. Nací el 24 de noviembre de1976, en Kisii, Kenia. Soy el tercer hijo de una familia de cuatro hermanos y una hermana. Heredé la fe profunda de mi familia católica. Como la mayoría los niños, caminaba a la escuela unos cinco kilómetros.

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Mi llamado para servir al Señor en el sacerdocio empezó cuando era muy joven, pero hubo más claridad cuando terminé la prepa. Sentí que Dios me llamaba a ser un sacerdote misionero, para ir por el mundo predicando el mensaje de la buena noticia de Jesucristo. Consulté a mi párroco, quien me ofreció un folleto que presentaba a varias comunidades religiosas. Escogí a los asuncionistas.

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Después de comunicarme varias veces por correo, fui invitado como candidato a la Casa Emanuel de Nairobi. Durante mis estudios de filosofía en Arusha, Tanzania, me impresionó la simplicidad y el espíritu acogedor de los asuncionistas.

 

Además, me enamoré del lema de la congregación: “Adveniat regmum tuum” “El advenimiento del Reino de Cristo” y “Proper amrem Jesu Christi”, “Justo al lado de Jesucristo”.

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Mi formación religiosa y mis nombramientos me llevaron a lugares distintos durante los siguientes 23 años; en Tanzania estudié filosofía e hice el noviciado; en Tangaza College en Kenya estudié teología y en la República Democrática del Congo aprendí francés y trabajé en una parroquia; donde me involucré con los jóvenes y los prisioneros. También serví como asistente del maestro del postulantado y durante dos años como vicario de la parroquia en Kenya en Nairobi.

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Durante cuatro años fui vicario en nuestra parroquia asuncionista de Santa Ana, cerca de Boston, en los Estados Unidos. En el Boston College obtuve una maestría de teología y en el nuevo testamento, con interés especial en el evangelio de San Juan. Después de terminar mis estudios en Boston College, me enviaron a la residencia asuncionista cerca de Boston, donde viven nuestros sacerdotes retirados. Allí estuve tres años.

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El año pasado me asignaron a la parroquia Emperatriz de América. Además de mi ministerio, estoy tomando clases de español en el centro de enseñanza para extranjeros.

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Durante los años de mi formación, me encontré con personas de cultura y nacionalidades diferentes, dentro y afuera de la comunidad asuncionista. Esto ha sido muy importante e en la experiencia de mi formación y de mi ministerio en la iglesia. De hecho, la lista de sus nombres es interminable. A todos ellos les doy las gracias por haberme acompañado, tanto en las buenas como en las malas. ¡Que vivan los amigos!

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El último en orden, pero no en importancia, es mi misión en la iglesia: Llegar a ser la imagen de Dios día por día, y ser como Cristo. Llegar a ser el discípulo de Jesús, y sentir y amar como lo hace Dios. Por la gracia de Dios, espero ser un instrumento del amor de Dios, una bendición para el pueblo de Dios.

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P. Peter Ong'era Omwoyo, a.a.

Padre Joseph Mumbere Mahamba, a.a.

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Soy P. Joseph Mumbere Mahamba vengo de la República Democrática del Congo, en la parte Este del país. Soy el mayor de 7 hijos de María Teresa Lusasa y Floriberto Malula. Una familia campesina y católica. Desde pequeño me inculcaron la fe: ir a misa y participar en las actividades de la Iglesia. Por eso, estuve en un grupo juvenil de mi comunidad y en el coro.

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Mi vocación a la vida religiosa empieza con el bautismo, ya fue a la edad de 11 años que recibí este sacramento. En mi familia escuchaba que hablaron bien de los monjes de la santa cruz. Desde entonces yo anhelaba esa vida de oración. Sin embargo, fue hasta los 23 años de edad que conocí la vida religiosa por medio de las Oblatas de la Asunción.

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De esta forma a los Agustinos de la Asunción, fundadores de mi diócesis de Butembo-Beni. Recorrido: Estudié en dos escuelas primarias, una protestante y otra católica: EP. Mangango y E.P. Kisunga. La secundaria y la preparatoria: I.T.A.V (Instituto técnica de Agro-veterinaria.) y Instituto Pedagógico Bingo.

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Después de mis estudios básicos, estuve de maestro de primaria durante 3 años. Fue después de esta experiencia de enseñanza que tome la decisión de entrar con los Asuncionistas. El noviciado fue en Butembo: Casa Carlos Lwanga, Filosofía en Butembo también Casa San Agustín. Un año de experiencia pastoral en la Parroquia La Inmaculada, Kyondo.

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Fue después de esta experiencia pastoral que me mandaron a estudiar teología aquí en IFTIM (Instituto de Formación Teológica Inter congregacional de México). Por entonces no conocía español, idioma que fue aprendiendo en la comunidad, en la calle y en el transporte público, mientras estudiaba la teología. Sólo Dios sabe cómo pude pasar el primer semestre sin entender el idioma.

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Ya pasaron 15 años que sigo aprendiendo tanto el español como la teología, aquí en México. Aquí hice mis votos solemnes en la parroquia de San Andrés Totoltepec en 2010.

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Recibí el diaconado en 2012 y el orden sacerdotal el 17 agosto 2013 en la misma Parroquia dónde hace poco ejercí mi ministerio pastoral durante 6 años y medio (agosto 2016-febrero 2023), después de haber acompañado a los jóvenes en la casa de formación durante 3 años (agosto 2013-2016).

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De mi recorrido humano y espiritual, solo puedo darle gracias a Dios, a la Asunción, a mí familia, a los amigos y a cada persona que conozco y me conoce. Estoy seguro que Dios nos creó y nos va preparando día a día para vivir con alegría y servir a la humanidad.

P. Joseph Mumbere Mahamba, a.a.

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Padre Sébastien Bangandu Mwanza, a.a.

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Soy Sébastien Bangandu Mwanza. Originario de la República Democrática del Congo, en África. Nací en Sese-kilinda, el 7 de junio de 1969. Soy el más joven de una familia de cuatro hijos (tres hombres y una mujer). Mi padre fue agrónomo y mi madre ama de casa. Mis dos hermanos mayores, así como mis padres nos han precedido en la casa del Padre.

 

Nací en una familia cristiana. Mi mamá era la más devota. Es ella que me inicio, desde niño, en el camino de la vida cristiana. Sentí por primera vez el deseo de ser religioso en cuarto grado de primaria. Creo que mi maestra fue la persona que despertó en mi este deseo. Desde luego, me quedé impactado por el testimonio de la vida de Jesús. Sentía que algo dentro de mí ardía y me entusiasmaba el poder consagrar mi vida a Dios.

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Después de mi primaria, tuve que dejar mi pueblo querido, Sese-Kidinda, a los doce años, para ir a vivir con mi hermano mayor y poder continuar mis estudios técnicos en comercio y administración en Kinshasa, la capital del país. Este desarraigo de niño cobró mayor significado con el encuentro de los Agustinos de la Asunción, que me hicieron revivir la experiencia del peregrino.

 

Este cambio del pueblo a la gran ciudad tuvo algunas consecuencias: Dejé de ir a misa. Luego, con la crisis de la adolescencia, iba olvidando poco a poco mis exigencias cristianas. Un amigo de mi parroquia me llevó a replantearme qué quería de mi vida.

 

Es ahí donde encontré a los Asuncionistas, recién llegados a Kinshasa. Como vivían cerca de mi parroquia, unos de ellos, todavía estudiantes de teología, integraron nuestro coro. Lo que siguió fue una aventura maravillosa al seguimiento de Jesucristo con los Agustinos de la Asunción.

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Comencé mi formación inicial en la Asunción en 1993. Parte de la formación (postulantado, noviciado, filosofía) la hice en Butembo, en el este del país, puesto que los Asuncionistas todavía no tenían casas de formación en Kinshasa, en donde llegaron en 1988.

 

Hice mis primeros votos el 28 de agosto de 1995. Fui ordenado diacono en Arusha (Tanzania) el 3 de abril de 2004. Soy sacerdote desde julio de 2005.

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Mi experiencia misionera me ha llevado a visitar y a misionar en muchos países de culturas y lenguas diferentes.  Estuve en Tanzania (2003-2006), en la ciudad de Arusha, en donde acompañé a jóvenes estudiantes de filosofía, enseñé el francés en el seminario mayor de misioneros Espiritanos así como en el noviciado de los Jesuitas. Además, realicé el cargo de ecónomo de mi  comunidad.

 

De 2006-2009 trabajé como secretario provincial en Butembo, sede de la provincia de África. De ahí pasé por Kenya, en la ciudad de Nairobi, donde hice un poco de apostolado parroquial.

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Luego fui misionero a Canadá, en la ciudad de Québec, donde trabajé como miembro del equipo de animación pastoral del “Centre Culture et Foi” y como editor responsable de la revista “La vie au Montmartre”. Además, ejercí la responsabilidad de superior local de nuestra comunidad de formación y estuve a cargo de la biblioteca y los archivos.

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Llegué a México, mi nueva tierra de misión, el 6 de octubre de 2015. Después de unas semanas, empecé tomar clases de español en el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM. Mientras tanto, participaba ya en la pastoral de la parroquia Emperatriz de América.

 

De ahí me nombraron superior de Casa Manuel, que fue una comunidad de formación inicial y acogida de las nuevas vocaciones a la vida religiosa asuncionista.

 

Un año después, Casa Manuel se trasladó a la nueva parroquia Santiago Apóstol de Tlilapan, en la diócesis de Orizaba. Allí trabajé como ecónomo de la comunidad religiosa, formador de los religiosos de votos temporales y vicario de la parroquia. Dos años después (octubre (2019), volví a la ciudad de México como ecónomo y vicario en la comunidad de la parroquia San Andrés Apóstol.

 

Desde el 31 de enero de 2023 vivo en Casa Dufault, como formador de los aspirantes a la vida religiosa asuncionista. Soy responsable del sitio de la región asuncionista de México (https://www.asuremex.org/) y editor responsable de la revista “Venga tu Reino”.

 

He recorrido mil caminos; al andar tengo la impresión de que el camino aún es largo. Mi corazón se ha expandido. Personalmente, la misión me ha ayudado a descubrir nuevas culturas y lenguas, formas diferentes de pensar y de interactuar. Puedo decir que hoy me siento un ciudadano del mundo.

 

En cada lugar de misión he dejado un pedazo de mi corazón. Sin embargo, ser misionero tiene también sus retos y desafíos. Pero creo que he recibido mucho más que lo que puedo extrañar.

 

Finalmente, agradesco a todos mis hermanos en la Asunción, a mis formadores y todas las personas que Dios ha puesto en mi caminar humano y cristiano. De igual manera, me siento muy agradecido por todo lo que he podido experimentar en mi vida como religioso asuncionista. ¡Qué detalle Señor has tenido conmigo!

Padre Louis Kivuya Muke, a.a.

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Mi nombre es Louis Kivuya Muke. Soy sacerdote de la Congregación de los Agustinos de la Asunción. Nací un 27 de diciembre en la República Democrática del Congo, en la Ciudad de Isiro. Quiero compartir con ustedes la historia de mi vocación. Siempre he tenido presente que Dios es quien me ha llamado a colaborar con Él, desde mis circunstancias particulares.

 

Provengo de una familia sencilla, de doce hermanos; soy el séptimo (nueve varones y tres mujeres). Nuestros padres, Alphonse Muke y Godelive Zinepki, nos inculcaron buenos principios, sobre todo, por su buen ejemplo. Vivíamos y celebrábamos la fe como familia y siempre compartíamos y convivíamos con vecinos y otras familias de la parroquia.

 

Considero que mi vocación a la vida religiosa nació por la vivencia de la fe cristiana en mi familia y en mi parroquia de Santa Teresa de Niño Jesús, donde estuve desde muy pequeño como monaguillo, de donde soy originario. Recuerdo muy bien que todos los sábados por la tarde, era obligatorio ir con toda la familia a confesarnos. Pero llegó un momento que engañaba a mis papás y no me iba a confesar. Era un niño muy feliz, que de pronto hacía travesuras como todos.

 

Una buena experiencia de mi vida fue cuando estuve desde los nueve años, en Kizito-Anualite; un movimiento de los monaguillos de la parroquia. Llegué a ser el responsable de éste, con el título de “Ya Mukasa” (Que fue un mártir de Uganda). Cumpliendo los 12 años, pedí a mis papás que me enviaran al internado de Rungu que se ubica a unos 70 kilómetros de la Ciudad de Isiro.

 

Allí estudié secundaria y preparatoria. Solo iba a mi casa durante las vacaciones de navidad, pascua y verano. Es decir, pasé mi adolescencia lejos de mis papás y hermanos; aprendiendo, madurando y siempre feliz al regresar a disfrutar de la familia, pero ya con un sentido de vocación misionera.

Mi vocación en la vida religiosa Asuncionista.

 

Conocí a la Congregación de los Agustinos de la Asunción gracias a monseñor Charles Mbogha, que fue Asuncionista antes de ser obispo de la Diócesis de Isiro-Niagara. Después me pasó el contacto del padre Apolinaire Vangahe-que en paz descanse-, y fue el padre Thomas Ndovya, el último que me acompañó hasta mi entrada a la Asunción.

 

Me animaba mucho la Identidad Asuncionista. Encontré en la vida y obra del Padre Manuel D‘Alzon el camino alegre y entregado, responsable y generoso para llegar a Cristo y ser de Cristo, y a partir de ahí, ayudar con mi vida, a la construcción del Reino de Dios. Sentía que mi fe y mi vocación iban madurando.

 

En la vida religiosa, hay una frase que dice: “La entrada es muy difícil y la salida fácil”. Así, viví esta experiencia para mi entrada dentro de esta familia religiosa: primero con mi familia biológica; porque mi mamá no estaba de acuerdo en que entrara a la vida religiosa. En segundo lugar, fueron las tantas cartas que pide la Asunción para que uno sea admitido como aspirante. La tercera dificultad fue el cambio de una ciudad a la otra; es decir, tenía que viajar de Isiro a Butembo.

Mi experiencia como aspirante dentro de la Asunción en la ciudad de Butembo.

 

El encargado fue el padre Mulumba, quien me pidió que trabajara en el Colegio Kambali como director de disciplina y que diera también clases de Moral en el año 2005. Después, en 2006, fui admitido al postulantado de Kyondo. En 2007, hice mi noviciado estando en la ciudad de Butembo de nuevo, y el mismo año, hice mis primeros votos como religioso.

 

Desde allí, inicié mis estudios filosóficos, en el Instituto Manuel D´Alzon de Butembo, que hoy en día es la Universidad de la Asunción en el Congo. Terminados mis estudios filosóficos, hice la experiencia apostólica en la Casa Provincial como ecónomo. En el año 2012, en Kenya, hice mis votos perpetuos antes de venir a México.

 

De la mano de mis superiores, hermanos sacerdotes, y compañeros de estudios, viví muy feliz esta gran etapa, aprendiendo de las experiencias propias de mi país sencillo, pero tan rico en cultura y tradiciones, ofreciéndome cada día con mucho amor a mi vocación.

 

Llegué a México el día 23 de junio de 2012. En agosto de ese mismo año, inicié mis estudios teológicos en el Instituto de Formación Teológica Intergeneracional de México (IFTIM), durante cuatro años. En esta Institución aprendí que, en el ministerio, la cercanía con la gente es lo más importante para tener una buena evangelización.

 

Por eso, cada año, he ido a la misión de la Semana Santa en la provincia mexicana, a alejados pueblos y comunidades con diversas experiencias y necesidades, en donde se vive a Cristo Resucitado de una manera cultural. Con la visita a las casas, durante la misión, viví como cada pueblo manifiesta algo diferente. Por ejemplo, la mayoría de la gente tiene la idea de un Dios castigador; en cambio, en Oaxaca, el pueblo manifiesta una fe distinta; la de un Dios amoroso que provee todo y manda la bendición.

 

Participar de estas misiones en Oaxaca, Veracruz, Puebla, etcétera, ha significado para mí una gran riqueza al encontrarme con personas nobles y sencillas, con una gran religiosidad que, al vivir el kerigma, se fortalecen y se integran con mucho mayor dinamismo a la iglesia.

 

Con el ministerio ordenado, Gracias a Dios, en uno de los lugares a los que antes iba como religioso en las misiones, recibí el ministerio del diaconado. Eso fue en Magdalena de Veracruz, con una buena ceremonia, dentro de una cultura indígena. La ordenación sacerdotal la recibí en mi país, con mi familia y amigos con quienes crecí. La misa de mi ordenación duró 4 horas con la imagen de una fiesta grande. Doy gracias a Dios por el don de la vida y por invitarme al ministerio sacerdotal entre ustedes. Como dice San Agustín, todo es gracia frente a Dios.

 

Con humildad reconozco también, lo difícil que ha sido para mí desde que soy sacerdote y formador, acompañar a otros hermanos jóvenes en el camino de la Asunción. Por este motivo, me gusta continuar mi formación permanente, para ser un buen sacerdote con un gran corazón; seguir transmitiendo fielmente la Palabra de Dios, celebrar dignamente los Sacramentos, sobre todo la Confesión, mostrar la Misericordia de Dios y darme espacios para atender, escuchar y orientar a los fieles.

 

No descuidar mi oración personal. La visita a las personas enfermas me ha fortalecido y edificado, porque muchos de ellos tienen una gran confianza y fe en Dios. Recuerdo las palabras del obispo Julien Andavo que me ordenó sacerdote: “Que todos los días cuando celebres una misa a la gente sea como tu canta misa”. Estas palabras me motivan siempre y así me ayudan a preparar muy bien mis misas.

 

La Asunción nos prepara siempre para ofrecernos en el servicio a la Iglesia, por eso, me da mucho gusto seguir participando en los distintos llamados de servicio a los que me convocan en el decanato, la vicaría, la arquidiócesis y por supuesto la parroquia. Una comunidad de personas con un corazón noble que me hacen recordar el ser y quehacer de mi vocación sacerdotal, tanto en los pueblos, en la sierra, en la montaña, como aquí en la ciudad. El corazón del hombre necesita a Cristo y Cristo busca generosamente el corazón del hombre. Gracias!

Padre Gary Perron, a.a.

Soy el P. Gary Perron Mayhew. Nací en el año 1939, en un pueblo cerca de Boston, Massachusetts; a los catorce años, una beca de 5,000 dólares me llevó al Colegio de la Asunción, donde los maestros eran Asuncionistas. Me gustó su espíritu, y a los veinte años decidí formar parte de su equipo.

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Estudié mi filosofía durante dos años en Francia, y cuatro años de teología en Bélgica. Durante los cinco veranos aprendí el español en España, o el “cristiano”, como dicen ellos allá. En los Estados Unidos enseñé el francés, el español y el latín durante veinte años. Tengo una maestría en francés.

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En 1986, me pidieron ir a México a la Parroquia Emperatriz de América, como el Ecónomo de la Comunidad; también realicé las tareas de párroco durante un período de tres años. Además de las ceremonias y las bendiciones, cuatro cosas distinguen mis treinta y cinco años aquí.

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En primer lugar, desarrollé unas buenas relaciones con mi Comunidad y con algunos feligreses por medio de los juegos de mesa.

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Segundo, representé varias veces el papel del Diablo en las pastorelas organizadas por nuestro grupo de catecismo.

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Tercero, he tenido el honor de proclamar el “Grito de Independencia” disfrazado de Miguel Hidalgo, en nuestras fiestas patrias. A causa de eso, recibí de Roberto Campa un reconocimiento por mi aprecio por los valores culturales de la Ciudad de México.

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Y cuarto, durante seis años, en colaboración con los vecinos de la colonia me dediqué a quitar los pendones de los postes. Por ello recibí reconocimientos de varios delegados y del candidato Enrique Peña Nieto. Esos reconocimientos me agradaron mucho porque para mí fueron una confirmación de la colaboración que debemos tener entre la Parroquia y la colonia, la Iglesia y el Estado.

Padre FlavioBustos, a.a.

Soy el P. Flavio Bustos Castillo, párroco de la Emperatriz de América desde julio de 2012. Soy religioso asuncionista de la congregación de los Agustinos de la Asunción. Nací en la Sierra Norte de Puebla, en Huauchinango, Puebla. Fui el último hijo de cuatro hermanos.


De niño fui muy inquieto y buscaba respuestas que me hicieran entender la vida y a las personas. Me gustaba estudiar y leer, y desde muy joven me impactaron los filósofos existencialistas y el gran escritor Herman Hesse, quienes fueron mis guías en esta búsqueda.


Mi familia era creyente y tenía gran apertura para proporcionar el ambiente que necesitaba este espíritu libre y rebelde.


Conocí a Jesús muy tarde, a pesar de ser bautizado de chico por mis padres. Mi experiencia con Dios fue fundamental, pues para mí fue una experiencia que iba más allá de tradiciones y conceptos sobre Él. Dios era alguien cercano que estaba conmigo y me mostraba el camino de lo que tenía que hacer. Así lo experimenté.


De joven colaboré en distintas instancias para ayudar a las personas, ya fuera como maestro o como asesor de proyectos sociales. De esta manera me involucré con varias comunidades campesinas e indígenas en México. Mis tiempos libres —y más— eran para estas comunidades que marcaron mi forma de ser.


Una experiencia misionera en Xico, en el Estado de México, me llevó a replantearme qué quería de mi vida. Pensaba ser monje y quise ser benedictino. Pero después de estar cerca de tres años con ellos, no fui aceptado por ser tan inquieto. Por revistas me enteré de los Agustinos de la Asunción. Los conocí; leí al padre fundador —Manuel D'Alzon— y me cautivó. Y me quedé con ellos.


Siendo formando estudié una licenciatura eclesiástica en Espiritualidad en la Universidad Pontifica de México, además de tener un máster en psicoterapia Gestalt y haber incursionado en varias disciplinas psicológicas.


El acompañamiento de los padres Francisco Domínguez, Leonardo Larocque y Camilo Thibault aportaron mucho a mi persona para aprender a ser un religioso asuncionista. Desde mi carisma y como religioso, he comprendido que todos somos parte del Reino de Dios, y que para mí es una pasión poder acompañar a las personas para descubrir la grandeza del Reino en nuestra vida.

Desde que entré a la Asunción tenía la intención de ser hermano religioso y jamás me imaginé la sorpresa de Dios, pues él me quería sacerdote. Fui ordenado en el 2003 en esta Parroquia de la Emperatriz.


En la congregación, he desempeñado diversos cargos: ecónomo local, formador, superior de las comunidades... Y actualmente soy superior regional de México. He sido párroco en San Andrés Totoltepec y en la Emperatriz. He servido a mi iglesia de la arquidiócesis como senador y decano por varios años.


Soy fiel al carisma religioso, amando a nuestro Señor Jesucristo —pues Él es central en mi vida—, amando a la Virgen María y a mi Iglesia. Ciertamente parece un cliché que repetimos, pero en mi persona vivir esto que he mencionado ha significado varias conversiones personales. Este soy yo, estando a su servicio por amor a nuestro Señor Jesucristo.

Padre Jesús Tlecuile Mixteco, a.a.

Me llamo Jesús Tlecuile Mixteco, nací en Magdalena Veracruz comunidad indígena. Mis Padres son Marcial y Escolástica. Soy el primero de cuatro hermanos y pertenezco a una familia sencilla que profesa la fe católica. Amo mi cultura, mis tradiciones y costumbres, pues eso me hace ser lo que soy ahora, mis raíces son mi orgullo y mi vida.

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Hace aproximadamente 20 años conocí a los Religiosos Agustinos de la Asunción conocidos como Asuncionistas, gracias a la invitación del Padre Oswaldo y algunos laicos. Los empecé a conocer tanto a ellos, como a la comunidad; a su espiritualidad y al carisma de la Asunción que los distingue. Así que eché las redes acompañado a los Asuncionistas en las diferentes actividades.

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Como primer paso, respondí a la invitación para participar en las jornadas vocacionales, en las misiones de semana santa y en las misiones de verano. Y desde ahí me fui adentrando en la espiritualidad asuncionista, viviendo el trabajo que hacen en las parroquias donde están presentes, ya sea como anfitriones o invitados a una misión específica.

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En medio de muchas actividades, me interesé y me integré de lleno en las jornadas vocacionales y misiones que organizaba la comunidad. Los conocí como hombres de su tiempo, apasionados por el Reino. Ya con un conocimiento profundo de su espiritualidad, fue importante para mí responder al llamado de Dios que hacía tiempo venía experimentando.

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En el año 2005 decidí ingresar a la Casa Manuel, en los Ejidos de San Pedro Mártir, Tlalpan, donde inicié mi proceso de formación formal con los Asuncionistas, con el objetivo de ser religioso y después convertirme en sacerdote.

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Lo que más me impactó fue la vida de comunidad, sencilla, abierta y muy cercana a las personas. Me encantó la relación que tenían los padres con los vecinos y amigos cercanos a la comunidad; pues ellos podían venir a la casa cuando lo deseaban y compartirnos sus situaciones, desafíos y problemáticas, para llevarlas a Dios.

 

Fue maravillosa esa experiencia, sin barreras para poder compartir la vida con todos. Había en esa época una imagen, un corazón y en medio decía: la Asunción en el corazón de la vida, y eso era lo que yo vivía. Quería ser asuncionista para compartir lo que soy, lo que vivo y lo que me apasiona con los demás.

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Los Asuncionistas en México me llevaron a vivir de manera plena la espiritualidad de nuestro fundador.

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La generosidad y servicio de los laicos, religiosos y sacerdotes suscitó en mi vida no solamente ser servidor, sino fomentar el servicio desde la solidaridad. El poder ser escuchado o acompañado me hizo, desear compartir mi experiencia teniendo la capacidad de acompañar a todos en la escucha.

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A lo largo de este tiempo de formación continua con los Asuncionistas, mantengo el corazón inquieto que me invita a buscar a Dios en la vida de mis hermanos, sean quienes sean. Saber compartir lo que Dios me ha dado para estar en el corazón de la gente.

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Vivir la espiritualidad y el carisma de los Asuncionistas es toda una aventura para trabajar en la extensión del Reino de Dios en nosotros y alrededor nuestro.

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Los que me conocen, saben que soy un ser humano sin complicaciones. Soy sencillo, alegre, abierto a los demás. Muchas veces he tenido que ser cuidadoso pues, esta manera de ser mía, me ha llevado a tener sorpresas, pues no toda la gente tiene buenas intenciones. Gracias a Dios he aprendido, y no he perdido mi esencia de ser quien soy.

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La Asunción me ha ayudado a desarrollar adecuadamente mis dones y talentos y a superar todo aquello que me ha costado trabajo. Sé que nosotros somos hombres de fe y de comunión, y solidarios con los pobres. Así manifestamos que el Reino está en nosotros, y con nuestras iniciativas llevamos el Reino a los demás. Mi manera de hacerlo es llevando paz y tranquilidad eucarística a los necesitados y a mis hermanos en el hospital al que sirvo. Puedo decir que soy muy feliz con mi vocación pues me da la oportunidad de servir a los demás.

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Actualmente curso una licenciatura eclesial en Pastoral en la Universidad Pontificia de México, (UPN), pues quiero prepararme para servir mejor a la iglesia en la vida de mis hermanos más necesitados. Si se encuentran algún día conmigo, sabrán que su servidor y amigo, es alguien a quien le gusta compartir la vida, desde la sencillez y calidez humana.

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